Historia

Las Fiestas de Graus están conformadas por una serie de actos populares y tradicionales que probablemente comenzaron a configurarse durante el siglo XV tras la visita a la localidad del dominico Vicente Ferrer en 1415. El donativo que hizo a la villa de uno de los crucifijos que portaba su congregación, la instauración de la procesión de penitentes, la constitución de las primeras cofradías y la posterior beatificación del valenciano (1455) serían los elementos principales en la tamización católica de antiguos ritos paganos, aun cuando la fortaleza de éstos fue tal que provocó el sincretismo de ritos que podemos encontrar hasta hoy.


Se trata, pues, de un conjunto de representaciones en las que se mezcla el carácter profano con el religioso, y que se han ido manteniendo, creciendo y variando a lo largo del tiempo hasta la actualidad sin apenas merma en su esencia. Estas representaciones ceñidas a la historia y a la tradición de la población que las ha mantenido y sustentado, han configurado unas fiestas únicas en el mundo, enriquecidas por el carácter y el sentimiento de un pueblo que las ha sabido preservar y atesorar durante siglos. Por todo esto, las Fiestas de Graus no son sólo una celebración popular sino que revelan toda una catarsis identitaria colectiva.

La canonización de Vicente Ferrer estableció su celebración el día 5 de abril, fecha de su muerte. A partir de esa fecha en Graus se tomó por tradición la celebración de una procesión de penitentes el primer domingo de abril -luego todos los primeros domingos de mes-, que ha perdurado, invariable, hasta hoy.

Por otro lado, la Iglesia se encargó en Occidente de cristianizar toda una serie de celebraciones anteriores, a menudo relacionadas con el calendario agrícola, que en muchas ocasiones siguieron conservando algunos de sus rasgos. Éste es el caso de la Santa Cruz, que en Graus coincidiría con la finalización de la mayor parte de cosechas y que, posiblemente como consecuencia de la donación del crucifijo vicentino, pasó a colocarse en primera línea de las celebraciones de la población.


La Iglesia y también el sentir popular harían el resto, sumando y antecediendo a la fiesta de la Cruz la del santo varón, ya que muchos años coincidiría con las celebraciones de Pascua, y trasladando igualmente a la fiesta de San Vicente rasgos festivos que parecen tener su origen en las celebraciones del Corpus, y como son los gigantes y los bailes de los mozos, documentados desde el siglo XVIII.

En cualquier caso, toda esta asimilación de elementos no enterró muchos de los gestos del Carnaval y el teatro popular que todavía encontramos entremezclados, y que son el principal valor de estas fiestas.

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